“Ciertamente, los ojos ven, los oídos oyen, pero solo la inteligencia conoce. Por eso el hombre quiere ver con los ojos y escuchar con los oídos la profundidad de su inteligencia- una vez que esta se ha manifestado. Y es así como me muestro en la escena.”
Paul Claudel
Federico García Lorca, poeta, dramaturgo y prosista, de los mayores exponentes de la literatura española adscrito a la generación del 27, decía sobre el teatro:
“El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera. El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia, morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre”.
El teatro es una de las primeras formas de expresión artística. Presente desde tiempos prehistóricos, cuando el hombre despertó a su propio potencial comunicativo. Es entonces que con esta nueva conciencia y después de desarrollar el lenguaje, empezó a buscar nuevas formas de expresión a través de ceremonias luctuosas, ritos de caza, fiestas y representaciones ancestrales que utilizaba como herramienta para conocer el pasado. Posteriormente, se adicionaron en algunas representaciones música, baile y luego máscaras para encarnar determinada situación.
Cuando el hombre fue capaz de documentar la palabra mediante la escritura, estas escenificaciones quedaron plasmadas en lo que luego se llamarían libretos, mismos que tuvieron su fundamento, primero en las creencias, luego en la historia, para finalmente aterrizar en la literatura. Aquellos que escriben un texto literario para ser representado en un espacio escénico, se les conoce como dramaturgos.
El actor es la encarnación del personaje plasmado en el libreto. Para lograrla debe de ponerse en situación de lo que se desea expresar, transmitir o narrar en un espacio escénico. El actor puede o no contar con elementos de apoyo como escenografía, iluminación, vestuario, música, utilería, etc. Todos estos elementos ayudan también a hacer del espectador un aliado, involucrándolo en la historia.
Luigi Pirandello novelista y autor teatral ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934, pensaba que solo basta con decir una simple verdad como: “nada es lo que nos parece”, para basar en ella la dramaturgia de la inquietud y que cientos de obras salgan, no de la idea misma, sino del sentimiento de esa inquietud de la que emana toda teatralidad.
Se diría que primero se ha lanzado una idea bastante abstracta y que con ella se ha provocado una emoción y de ahí, la creación de un sin fin de obras de teatro que se han llevado también a otros terrenos como el cine, la escultura, y la novela.